Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, a las muchachas bonitas se las cantamos aquí. Despierta mi bien despierta, mira que ya amaneció ya los pajaritos cantan la luna ya se metió...
Como os conté en el anterior post ese día trabajé, así que una vez más llegué tarde a mi celebración. Pero como justificaría una amiga más tarde "a la cumpleañera se le permite". Igualmente no tenía más opción, cenábamos en la Trattoria Il Pizzaiolo situada en la c/ Hortaleza 84 y debía desplazarme desde la zona norte de Madrid, con lo que supone atravesar la ciudad y su maravilloso tráfico.
Esta fue la primera vez que comí en Il Pizzaiolo, pero no la primera vez que lo intentaba y es que para tener mesa más vale llamar y reservar, porque es un local pequeño con una comida deliciosa.
La originalidad en nuestra mesa brillaba por su ausencia, ¡cameriere, pizza para todos!. El sitio es acogedor, los camareros amables, la gente se siente a gusto y claramente disfrutan de lo servido, algo que nuestros estómagos mal acostumbrados no vieron con buenos ojos, allí estaban ellos teniendo sus propias conversaciones. Por eso cuando trajeron las pizzas, en un intento de acallarlos, fuimos nosotros los que no dijimos ni mu, bocado viene... bocado va. Y fue en el postre donde las carcajadas y las conversaciones lograron hacerse un hueco. El tiramisú estaba muy bueno, aunque aun no he encontrado ninguno tan delicioso como aquel que probé en Siena, en un restaurante súper chiquitito y familiar situado en una callejuela detrás de la plaza.
Para acabar la noche, que no terminó ni muy pronto pero tampoco muy tarde, nos tomamos la copa en Areia, C/ Hortaleza 92.
Mi familia y amigos me hicieron pasar un día muy especial, así que os mando un beso a todos.
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